Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra

Don Quijote de la Mancha

Miguel de Cervantes

Edición del Instituto Cervantes

Dirigida por Francisco Rico

Presentación

Por Francisco Rico

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Don Quijote de la Mancha Miguel de Cervantes Saavedra

Presentación

Por Francisco Rico

Cuatro años atrás, el Instituto Cervantes confió al Centro para la Edición de los Clásicos Españoles1 la preparación de un Quijote que pudiera ser ventajosamente manejado por un público tan amplio como el ámbito del propio Instituto. Amén de dar, por primera vez, un texto crítico, establecido según las pautas más rigurosas, la edición, pues, había de aclarar ágilmente las dudas e incógnitas que un libro de antaño, y de tal envergadura, por fuerza provoca en el lector sin especial formación en la historia, la lengua y la literatura del Siglo de Oro; pero también debía tomar en cuenta las necesidades del estudiante y, por otro lado, prestar algún servicio al estudioso, ofreciéndole, por ejemplo, una primera orientación entre la inmensa bibliografía que ha ido acumulando la tradición del cervantismo.

Esos planteamientos coincidían en sustancia con la concepción general de la Biblioteca Clásica, cuyas normas de anotación —en dos estratos: a pie de página y en sección aparte— atienden señaladamente a hacer posible que cada uno de los distintos tipos de usuarios aproveche de acuerdo con sus conveniencias peculiares las ediciones en ella publicadas. De ahí que el Quijote del Instituto Cervantes se incorpore a la presente colección y que Editorial Crítica, amén de asumir el compromiso de mantenerlo al día en futuras ediciones, lo haya acrecentado con materiales no previstos en el plan inicial, y singularmente con la versión del texto en cederrón y acompañada de un sistema de búsqueda y análisis que la convierte en el más completo vocabulario, concordancia y registro lingüístico de la obra maestra de las letras españolas.

En el apartado correspondiente, después del Prólogo, se hallará una exposición más detenida de algunos de los criterios y modos de proceder que han gobernado el conjunto de la edición. Pero antes de llegar ahí es obligado hacer todavía un par de advertencias sobre otros rasgos esenciales de nuestro trabajo.

Es obvio, en primer lugar, que un Quijote de dimensiones manuales nunca podrá aspirar ni remotamente a ningún género de exhaustividad. Como se imponía, pues, señalar un objetivo principal al del Instituto Cervantes, se acordó que el grueso de las notas y otros complementos, concentrándose en el plano en que asimismo convergen los múltiples destinatarios del proyecto, tuviera un carácter más informativo que interpretativo y, por ahí, mirara primordialmente a la elucidación del sentido literal. (A nuestro propósito, bastará caracterizarlo, con Marcel Bataillon, y «par opposition à d’autres sens non-littéraux», como el núcleo semántico que respetan o deben respetar incluso las exégesis críticas diametralmente opuestas.) Por tanto, la parte fundamental de la anotación, al igual que en otra manera el Prólogo, los apéndices o las ilustraciones gráficas, pretende antes de nada resolver los interrogantes que hoy suscitan muchos de los usos léxicos y gramaticales, referencias a cosas y personas, sucesos y costumbres, temas y alusiones de diversa índole, refranes, sentencias… que se encuentran en la novela, brindando al lector los datos imprescindibles para una correcta comprensión del texto en el contexto del autor y de su tiempo.

Sin embargo, el hincapié en el sentido literal no implicaba cerrar el paso a las interpretaciones literarias con categoría de clásicas o más estimadas en los últimos tiempos. La ocasión de darles entrada ha venido de la mano de otro de los designios centrales del Instituto Cervantes al fraguar el Quijote que ahora ve la luz: allegar una válida muestra de la situación actual de los estudios cervantinos acogiendo las contribuciones de un buen número de los más prestigiosos representantes del hispanismo internacional.

Para alcanzar ese doble objetivo, un equipo de redacción formado por miembros de número y asociados del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles se ha ocupado en el establecimiento del texto y del aparato crítico, en la elaboración de las notas a pie de página y complementarias y en otros quehaceres anejos2; pero esa labor básica ha venido a enriquecerse merced a las aportaciones, por diferentes vías, de arriba de medio centenar de distinguidos especialistas españoles y extranjeros.

Los más de entre ellos han tenido encomendado un fragmento, capítulo o grupo de capítulos y revisado las correspondientes notas elaboradas por la redacción, velando por la exactitud y la pertinencia de las noticias o explicaciones ahí ofrecidas (y a veces recomendándonos anotar tal o cual detalle en principio no atendido por nosotros), mientras por otra parte escribían un comentario crítico al segmento en cuestión, para subrayar sus elementos y aspectos más importantes, cada cual desde el punto de vista que libérrimamente juzgaba más oportuno (dentro de una extensión, ella sí, draconianamente limitada) y todos con la misma voluntad de proponer las exégesis más penetrantes y reveladoras. La suma de esos comentarios, en la sección Lecturas del «Quijote», y junto al admirable ensayo preliminar de Fernando Lázaro Carreter, constituye una antología única de la mejor crítica cervantina de nuestros días y, al correr paralela a una anotación asentada en el sentido literal, da, creemos, una óptima idea de la inagotable riqueza del libro y de la multiplicidad de enfoques a que se presta. (Ni que decirse tiene que quizá ningún otro se aviene mejor con un tratamiento colectivo de tal estilo: someter el Quijote a una perspectiva única, por aguda que sea, ¿no implica acaso reducir el alcance de una obra cuyo supremo atractivo está en la capacidad de responder inagotablemente a las preguntas que en cada época le han dirigido los talantes, intereses y métodos más diversos y aun contradictorios?).

Junto a los responsables de las Lecturas y de la revisión de nuestras notas, otros eminentes estudiosos nos han favorecido con su concurso, haciéndose cargo de los varios apartados del Prólogo (y aceptando las cortapisas que suponía su derrotero predominantemente factual), proporcionándonos documentación para las notas, apéndices e ilustraciones, asesorándonos a propósito de la bibliografía3, y en algunos casos participando en más de uno de tales cometidos. Una gratitud especial queremos expresar a dos insignes decanos del cervantismo: Edward C. Riley, quien desde el primer momento nos aconsejó en puntos tan delicados como la segmentación de la obra en las series de capítulos glosadas por cada uno de los autores de las Lecturas; y Martín de Riquer, que no solo puso a nuestra disposición preciosas informaciones sobre el arnés de don Quijote y la Barcelona de Cervantes, sino que además nos regaló un montón de atinadas sugerencias.

Nuestro reconocimiento, como sea, alcanza a todos los colaboradores, no ya por la calidad de su aportación tangible, sino aun más por el entusiasmo con que acogieron la empresa y nos animaron a llevarla hasta el cabo. Debemos agradecerles en particular la extrema generosidad con que han tratado el trabajo de la redacción, por lo regular limitándose a la corrección de erratas y a la introducción de pequeños retoques o de adiciones menudas. (En los casos en que han insertado alguna nota enteramente nueva o modificado o incrementado de forma significativa la propuesta por la redacción, su firma figura en la nota complementaria.) Pero también estamos convencidos de que críticos e investigadores de tanta solvencia no hubieran dejado pasar deslices de alguna cuantía, y por ello mismo nos sentimos confortados al pensar que cada una de nuestras notas lleva un respaldo de máxima autoridad, que, si no le asegura el acierto, cuando menos avala que se mueve en el terreno de lo admisible u opinable dentro de nuestros conocimientos.

Hora es de decir, porque la justicia lo pide, que detrás de los entes y entidades hasta aquí mentados con sus denominaciones oficiales están o han estado hombres y nombres con quienes tenemos contraída una deuda de extraordinario peso. Detrás del Instituto Cervantes, Nicolás Sánchez-Albornoz, el Marqués de Tamarón y Juan Gimeno; detrás del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles y de la Fundación Duques de Soria, Rafael Benjumea, José M.ª Rodríguez Ponga, María Pardo de Santayana y Fernando Lázaro Carreter; detrás de Editorial Crítica, Gonzalo Pontón. No son todos los que están, pero sí quienes mejor pueden representarlos a todos. Finalmente, no como director del proyecto, sino en mi concreto papel de encargado del texto crítico, me urge dejar constancia de que no habría podido seguir todas las pistas que los materiales me apuntaban, dedicándoles un libro aparte, si no hubiera contado con la largueza de la Fundación Juan March y con la amistad de José Luis Yuste.


El Indice de Contenido  

Estudio preliminar: Las Voces del Quijote

Vida y literatura: Cervantes en el Quijote

Cervantes: Pensamiento, Personalidad, Cultura

La España del Quijote

Los Libros de Caballerías

Cervantes: Teoría Literaria

Las interpretaciones del Quijote 

La composición del Quijote

Historia del texto

La Presente Edición. Notas al Pie, Apéndices e Ilustraciones

La Presente Edición. Texto Crítico

La Presente Edición. Notas Complementarias

La Presente Edición. Lecturas del Quijote

Notas de Uso

Aparato Crítico. Ediciones y Siglas Usadas

Aparato Crítico. Ediciones Básicas

Aparato Crítico. Otras Ediciones

Aparato Crítico. Lecturas A, A´ y AB

Aparato Crítico. Variantes

Aparato Crítico. Disposición del Aparato Crítico

Aparato Crítico. Grafía y Acentuación

Aparato Crítico. Puntación, División en Párrafos, Tipografía

APÉNDICES: La Lengua del Quijote: Rasgos Generales

Motivos y Tópicos Caballerescos

Monedas y Medidas

Lugares y tiempos en el Quijote1