La Presente Edición. Notas Complementarias

La Presente Edición. Notas Complementarias

En unos pocos casos (Bowle, Clemencín, Rodríguez Marín, Gaos, quizá Cortejón), declarados o no, las ediciones del Quijote se han acompañado de una anotación de ambiciones poco menos que exhaustivas, sin perdonar ningún aspecto que al comentarista le pareciera digno o simplemente susceptible de tratamiento. En otros (Pellicer, Schevill y Bonilla), se han limitado a tratar, por largo o escuetamente, los lugares que juzgaban no explicados hasta la fecha. En los más, se han concentrado en zanjar con brevedad los principales escollos que la novela presentaba o presenta a la mayoría de los lectores contemporáneos.

El Quijote del Instituto Cervantes pertenece confesadamente al último tipo, porque lo central en él, descontado el texto, son las notas a pie de página, que, dentro de las limitaciones de extensión y planteamiento inherentes a un volumen manual, se proponen ser autónomas y suficientes por sí mismas. Con todo, nuestro trabajo pretende ser también útil al estudiante y al estudioso sirviéndole de guía para el manejo de las ediciones maiores y los títulos más significativos en la bibliografía de la obra. En concreto, quisiéramos que nuestras notas complementarias (como, con distinta perspectiva, las Lecturas del «Quijote») hicieran innecesario tener siempre a mano todas las ediciones anteriores y emboscarse interminablemente en la «floresta, encinar o selva» (II, 10, 700) de las demás fuentes de información cervantina, permitiendo sin embargo ponerse en camino de saber cuál es el estado actual de los conocimientos sobre la novela, tanto en cuestiones de vasto alcance como en puntos de detalle, y, en particular, de qué publicaciones hay que echar mano en cada caso para conseguir noticias completas y al día.

Así, las notas complementarias debieran permitir a quien lo desee profundizar en gran parte de los temas de algún relieve tratados someramente en las notas a pie de página (al final de las cuales van anunciadas mediante el signo C), apuntándole los fundamentos, los factores controvertibles y la bibliografía de las explicaciones que allí se dan.

Cuando versa sobre un asunto glosado en las ediciones de mayor ambición o más difundidas en el último siglo, la nota complementaria empieza normalmente por remitir, con una clave de abreviaturas (resuelta en la bibliografía), a las anotaciones más importantes que en ellas se le dedican, partiendo de la primera en apostillar el pasaje y continuando, por orden cronológico, con las que han añadido al respecto interpretaciones o datos de interés. (Ni que decirse tiene, pues, que no las registramos todas, supuesto que son innumerables los casos en que las más tardías se contentan con resumir, en general sin comprobación, las afirmaciones de sus precursoras, que, por otro lado, a veces no pasan de transcribir, como si nada hubiera cambiado desde los días del admirable Bowle, el Tesoro de Covarrubias o el Diccionario de Autoridades.)

Si sobre la materia tratada, además o en lugar de notas en las aludidas ediciones, existen monografías o aportaciones valiosas en escritos de otra índole, hacemos mención de ellas en la medida de nuestro conocimiento e insistiendo en las de fecha posterior a las ediciones de Luis Andrés Murillo y Vicente Gaos, donde, amén de sacarse a colación lo más sustancial o arraigado de la bibliografía cervantina, se citan aún muchos trabajos menos perdurables que no hemos juzgado oportuno recordar.

(El estilo de nuestras referencias, por el sistema de autor [año: páginas], se describe en la advertencia previa a la bibliografía. Los signos < y > se emplean, respectivamente, para señalar que un estudio apoya o contradice al aducido inmediatamente antes. Una b volada denota que el ítem así marcado contiene extensas puntualizaciones bibliográficas.)

Por otra parte, siempre que lo hemos creído preciso para justificar una explicación propia, matizar o rebatir —ambas cosas, tácita o expresamente— las ajenas o afinar de algún modo la comprensión del lugar anotado, hemos completado las meras remisiones bibliográficas con una documentación selecta constituida por textos del propio Cervantes o de otros autores (con preferencia para aquel), definiciones de diccionarios antiguos (regularmente, como se ha dicho, excluidas de las notas al pie), pormenores adicionales sobre la historia de tópicos y motivos, etc.etc. Lógicamente, tal documentación, ni completa ni sistemática, había de dilatarse un poco más cuando tocábamos temas inéditos o dudosos, pero incluso entonces confiamos en no habernos extendido desproporcionadamente.

Es también en las notas complementarias donde hemos hecho sitio a bastantes indicaciones bibliográficas que se alejan un tanto del objeto primario de nuestra anotación, orientada al sentido literal. Nos ha movido el deseo de sugerir así la vivacidad de los estudios de crítica literaria consagrados al Quijote, y hacerlo desde un punto de vista algo distinto al de las Lecturas, que examinan en conjunto capítulos o series de capítulos, mientras las notas complementarias se apegan a contextos más breves y, por ahí, permiten apuntar otras posibilidades en el aprovechamiento de la bibliografía. Pero debemos subrayar que esas indicaciones menos directamente vinculadas a la letra entran solo a título de ejemplos, un poco aleatorios, de un panorama muchísimo mayor.

Cuando una nota al pie no lleva complementaria, debe entenderse que ni la aclaración que nosotros damos ni las de los demás comentaristas son otra cosa que una versión ad hoc de conocimientos, repertorios o instrumentos de consulta que sin duda posee o tiene fácilmente al alcance cualquier lector que sienta la particular curiosidad implícita en el recurso al nivel superior de la anotación. Por otro lado, solo cuando es cosa de realzar algún aspecto debatible autorizamos expresamente una nota enviando a obras generales cuyo empleo se presume para todas: el Diccionario de J. Corominas y J. A. Pascual, los glosarios de C. Fontecha, M. Romera Navarro o L.E.S.O.etc.