Lugares y Tiempos en el Quijote

Lugares y tiempos en el Quijote1

Por José María Casasayas

Primera parte

(1) En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiere acordarse el autor, no ha mucho tiempo que vivía el hidalgo don Quijote. (2) El cual de su tierra sale una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, al campo, y, apenas se halla en el campo, se da cuenta de que no ha sido armado caballero. Camina por el antiguo y conocido campo de Montiel… y caminará así todo aquel día. Hay quienes dicen que su primera aventura es la de Puerto Lápice y quienes que es la de los molinos de viento, pero lo único cierto es que en los anales de la Mancha se dice que anda todo aquel día y que al anochecer, cansados ya él y Rocinante, ve, no lejos del camino por donde va, una venta, en cuya puerta había dos mozas de partido que en compañía de unos arrieros iban hacia Sevilla. En todo aquel día no se ha desayunado y toda aquella noche se queda con la celada puesta. Acierta a ser viernes aquel día. (3) DQ pide al ventero que le arme caballero mañana en aquel día, y esta noche en la capilla —dice—«velaré las armas, mañana…»; y el ventero, por tener que reír aquella noche, accede a su demanda. (Resulta que el ventero había recorrido el mundo buscando aventuras, sin dejarse los Percheles de Málaga, las Islas de Riarán, el Compás de Sevilla, el Azoguejo de Segovia, la Olivera de Valencia, la Rondilla de Málaga, la Playa de San Lúcar, el Potro de Córdoba, las Ventillas de Toledo y otras diversas partes.). Cuando comenzaba a cerrar la noche, se pasea delante de las armas, y cuando acabó de cerrar la noche derriba al primer arriero que quiere abrevar sus mulas, y desde allí a poco derriba al segundo. Luego, aquella misma noche, es armado caballero. (4) La (hora) del alba sería cuando DQ sale de la venta y se dirige hacia su aldea, y no ha andado mucho cuando le parece que de su diestra salen voces y quejidos. Va hacia allí y se entra por el bosque, donde se encuentra con Juan Haldudo que está castigando a Andrés en aquellos momentos. Haldudo sugiere que Andrés «véngase… a mi casa», que debía estar en Quintanar de la Orden. Libre Andrés, DQ traspone el bosque y sigue hacia su aldea. Llega a un camino que en cuatro se dividía, deja que Rocinante escoja y Rocinante decide tomar el camino de su caballeriza. A las dos millas DQ se encuentra con los mercaderes toledanos que van a vender seda a Murcia, y que, por no perjudicar, en beneficio de Dulcinea como emperatriz de la Mancha, a las emperatrices y reinas de Alcarria y Extremadura, reciben la embestida de DQ. Pero Rocinante tropieza en la mitad del camino, DQ es apaleado y los mercaderes siguen su camino. (5) DQ es recogido por Pero Alonso, un labrador de su mesmo lugar, que lo encamina hacia su pueblo, y, dándose prisa por arribar al pueblo, llegan al lugar a la hora que anochecía. Cuando es ya la hora en que le pareció que no los verían, entra en el pueblo y luego en la casa de DQ. El ama dice que tres días ha que DQ no aparece. El cura había prometido quemar los libros de DQ mañana antes que llegue la noche, y, así, el otro día los queman. (6) Escrutinio de los libros, que son tirados al corral. (7) El ama los quema aquella noche, mientras DQ descansa en la cama. DQ se levanta de allí a dos días. Muy sosegado se está quince días en su casa. Durante estos días de sosiego habla con los suyos y hace trato con SP, al cual avisa el día y la hora de la salida y, luego, una noche se salen del lugar. DQ y SP empiezan por la misma derrota y camino que en el primer viaje, o sea, por el Campo de Montiel. Es hora de la mañana. (8) Aventura de los molinos de viento, tras la que DQ y SP siguen el camino de Puerto Lápice. Aquella noche la pasan entre robles, pero DQ sin dormir en toda aquella noche, y luego, con los rayos del sol del nuevo día, toman su comenzado camino del Puerto Lápice y a obra de las tres del día lo descubren. Aventura de los frailes benitos y la carroza de la señora vizcaína. DQ manda a los de la carroza que vuelvan al Toboso, que den vuelta al Toboso. Se interrumpe la historia por falta de fuentes y el autor lamenta que los ingenios de la Mancha no hayan escrito más. (9) Pero el autor no podía suponer que la historia de DQ no estuviera en la memoria de la gente de su aldea y de las a ella circunvecinas, y, así, hallándose un día en el Alcaná de Toledo encuentra el manuscrito y la historia puede continuar. (10) DQ se entra, seguido de SP, por un bosque que allí estaba y llegan solo junto a unas chozas de unos cabreros. (11) Los cuales los acogen y les dan de cenar aquella misma noche. (12) Llega del aldea otro pastor y se empieza la historia de Grisóstomo, de un lugar que estaba en aquellas tierras, muerto por amor a Marcela, hija de un labrador que vivía en nuestra aldea. El pastor Pedro acaba aconsejando a DQ que mañana asista al entierro, que será en sitio que no está de este lugar ni siquiera media legua. Finalmente, DQ se entra a dormir en la choza del cabrero Pedro, donde se pasa todo lo más de la noche pensando en Dulcinea. (13) Apenas comienza a descubrirse el día, se ponen todos en camino hacia el entierro de Grisóstomo y, habiendo andado un cuarto de legua, divisan al cruzar una senda a Vivaldo y otros pastores que también van al lugar del entierro y que se habían encontrado aquella madrugada. Mientras van hacia la sierra del entierro, Vivaldo sigue tirando de la lengua a DQ, el cual dice que la patria de Dulcinea es el Toboso, un lugar de la Mancha, y que su apellido, aunque no es de los antiguos y modernos romanos que se citan, ni de los también citados de Cataluña, Valencia, Aragón, Castilla y Portogal, bien podría ser origen de las más ilustres futuras familias. El caminante, que es de los Cachopines de Laredo, desconoce tal apellido. En esto, por la quiebra de dos altas montañas llegan Ambrosio y demás pastores con el cadáver de Grisóstomo para dejarlo enterrado en el pie de aquella montaña, ya que este es el lugar donde el muerto había dicho que había sido el de su desventura. «En este lugar había de ser enterrado». (14) Aparece Marcela, hace su discurso y luego «se entró por lo más cerrado de un monte que allí cerca estaba». DQ renuncia ir a Sevilla con los demás caminantes. (15) DQ y SP se entran por el mesmo bosque donde se ha refugiado Marcela y, tras dos horas de andar por este sin haberla hallado, llegan a un prado herboso con un arroyo, tan apacible y fresco que les invita a pasar las horas de la siesta. En aquel valle ocurre el episodio entre Rocinante y las jacas. Aventura de los yangüeses. DQ, herido, maltrecho y pesaroso por tener que pasar la noche en aquel despoblado, y SP, guiando, se ponen en camino y llegan al camino real y a menos de media legua hallan una venta o castillo, en la que entran. (16) Noche en la venta con Maritornes la asturiana, el arriero de Arévalo (amigo del autor) y el cuadrillero de la Santa Hermandad Vieja de Toledo, que aquella noche se encuentra en la venta. Sucesos en la venta. Pelea nocturna entre DQSP, el ventero, el arriero y Maritornes, por culpa de esta última. (17) Cuando ya comenzaba a amanecer, el cuadrillero abre la puerta de la venta. Diálogo de SP y DQ. Candilazo del cuadrillero. Elaboración del bálsamo de Fierabrás, de resultas del cual DQ duerme más de tres horas y SP vomita casi dos horas, tras las que DQ decide partir mientras le miran todos los que hay en la venta. Ya en la puerta de la venta o castillo, el ventero le reclama el gasto que esta noche ha hecho DQ. Mientras este se va, mantean a SP(18) SP recomienda «volvernos a nuestro lugar, ahora que es tiempo de siega». Siguen hablando y por el camino que iban se encuentran con los dos rebaños o ejércitos de ovejas en mitad de aquella espaciosa llanura, y, como venían por aquel mesmo camino, levantaban mucho polvo. Para verlos mejor, se retiran a un altillo, o sobre una loma. DQ, en su fantasía, nombra personajes de diferentes países y razas. Después entra en batalla con las ovejas y es herido por las pedradas de los pastores. SP sobre la cuesta ha contemplado la escena; baja de ella y atiende a su amo. SP pregunta a ver si no es él al que ayer mantearon. No tienen qué comer, pero, dice SP, «no pueden faltar por estos prados las hierbas» que su amo dice conocer, y «procuremos dónde alojar esta noche», y así se encamina hacia donde le pareció que podía hallar alojamiento sin salir del camino real. (19) SP comenta las desventuras que estos días les han sucedido y hablando hablando les toma la noche en mitad del camino; siguen caminando porque, siendo aquel un camino real, a una o dos leguas habían de encontrar alguna venta. Así pues, yendo por la noche escura, ven que por el mesmo camino se acercan unos encamisados. Aventura del cuerpo muerto. Los figurados fantasmas tienen prisa porque la venta está muy lejos, pero, arremetidos por DQ, huyen por aquel campo, con las hachas encendidas en plena noche. Alonso López, que dice ser natural de Alcobendas, es lastimado por DQ y explica que vienen de la ciudad de Baeza y que va con los demás a la ciudad de Segovia. Temeroso SP de que por aquella fechoría les persiga la Santa Hermandad, propone a DQ esconderse en la montaña, que está cerca, y le ruega que le siga. A poco trecho que caminan por entre dos montañuelas, llegan a un espacioso y escondido valle donde, tendidos sobre la verde hierba, almuerzan, comen, meriendan y cenan a un mesmo punto de lo que SP había sustraído a los clérigos del cuerpo muerto. (20) DQ y SP comienzan a caminar por el prado arriba, a tiento porque la noche es oscura, cuando oyen ruidos de agua. Se entran por unos árboles altos y con la soledad, el ruido del agua, el viento y que ni la mañana venía, además de con la ignorancia del lugar donde se hallan, tiene miedo, menos DQ, al que las tinieblas desta noche y las demás circunstancias no le espantan. Dice a SP que si él lo tiene se vuelva a nuestra aldea y desde allí al Toboso. Pero SP quiere, ahora que es de noche y que nadie los ve, que se vuelvan los dos, pues dice «yo salí de mi tierra» … no para llegar a lugar tan apartado; o, por lo menos, le pide a DQ que dilate la aventura hasta la mañana pues, según la posición de la Bocina (Osa Menor), para llegar al alba no faltarán más que tres horas, aunque a DQ le sorprenda que siendo la noche tan escura pueda SP ver la Bocina. SP pretende entretener a DQ con el cuento del pastor Lope Ruiz, de un lugar de Extremadura, que por culpa de Torralba se ausenta de aquellas tierras y por los campos de Extremadura se va a los Reinos de Portugal, pasando el río Guadiana. Por fin, pasan la noche amo y mozo y cuando el frío de la mañana ya venía, acabó de descubrirse el alba y DQ ve que están entre castaños, unos árboles altos, que hacen la sombra muy escura. Llegan después de haber andado una buena pieza por entre aquellos árboles a un pradecillo que se hacía al pie de unas altas peñas. A unos cien pasos, al doblar de una punta, descubren los batanes. (21) En esto comenzó a llover un poco, cuando, por no entrar en los batanes, torciendo el camino a la derecha mano dan en otro como el del día anterior, y aparece el barbero que hacía los servicios en dos lugares de aquel contorno y que, yendo de uno a otro, cuando comenzó a llover se cubrió la cabeza con su bacía; al verse embestido por DQ, comienza a correr a pie por aquel llano. Ya satisfecho DQ con el yelmo, comen de lo que SP ha saqueado y, sin tomar determinado camino, se dejan llevar por Rocinante y al fin salen al camino real, no sin quejarse SP por tener que ir por estos desiertos y encrucijadas de caminos. (22)



Por el camino que llevan topan con los galeotes, a los cuales DQ libera, y de resultas de su hazaña no queda guarda en el campo, con gran temor de SP, que aconseja a su amo emboscarse en la sierra para huir de la Santa Hermandad. DQ quiere que los galeotes se vayan a la ciudad del Toboso, pero los galeotes no están de acuerdo ya que, como aún no son las diez del día, no pueden correr el riesgo de ser vistos si van juntos. Lucha entre Ginés de Pasamonte y DQ(23) Aventura en Sierra Morena. DQ y SP se entran por una parte de la Sierra con la intención de SP de atravesarla y llegar hasta el Viso o Almodóvar del Campo. A DQ aquellas montañas le alegran el corazón. Encuentran los restos de la mula muerta. En aquel lugar inhabitable, DQ ve por cima de una montañuela al que luego será Cardenio, saltando de risco en risco, y se propone ir a buscarlo por aquellas montañas. Insinúa a SP rodear esta serrezuela, y, habiendo rodeado parte de la montaña, hallan, caída en un arroyo y muerta, la mula; y por cima de la montaña aparece el cabrero, quien, tras referirse a la mula muerta en esa hondonada, cuenta que hará al pie de seis meses poco más o menos llegó Cardenio a una majada de pastores, como a tres leguas de este lugar, con la intención de entrarse en la parte más áspera desta sierra, y se emboscó en la sierra, corriendo por entre estos jarales y malezas, aunque de vez en cuando sale al camino a pedir comida a los pastores. Y, continúa el cabrero, justamente ayer varios pastores determinaron buscarlo y llevarlo hasta Almodóvar, que está de aquí a ocho leguas, para curarle la locura. Otra vez mencionan la sierra y la montaña, y luego se dice que por entre una quebrada de una sierra aparece Cardenio2(24) Todavía en Sierra Morena. DQ quiere saber por qué Cardenio se ha ido a vivir entre estas soledades, y Cardenio los conduce hasta un verde pradecillo que estaba a la vuelta de una peña poco desviada de allí. Les cuenta la primera parte de su historia, iniciada en una ciudad de las mejores desta Andalucía, que continúa por otros lugares ajenos a la acción de la novela, hasta que DQ le interrumpe y, entre otras razones, le invita a venirse a mi aldea para mostrarle los libros de caballerías. Riña con el cabrero, que se embosca otra vez en la montaña. (25) Siguen en Sierra Morena. DQ y SP se entran en lo más áspero de la montaña, con reniegos de SP, que quiere «volver a mi casa» y no seguir por estas soledades. DQ, para calmarle, le da permiso para hablar pero no más «de en cuanto anduviéramos por estas sierras». Insiste SP en la no necesidad de vagar por estas montañas, sin senda ni camino, pero DQ encuentra estos lugares tan a propósito para su penitencia, que no quiere dejar pasar la ocasión. Llegan luego al lugar que DQ escoge para su penitencia: al pie de una alta montaña, que casi como peñón tajado estaba sola, rodeada de un arroyuelo. Un lugar apacible. Y allí anuncia a SP que partirá de aquí a tres días a entregar la carta a Dulcinea, pero SP le ruega que piense que ya son pasados los tres días, que haga la penitencia y «póngame yo por una en el Toboso». Es con ocasión de este diálogo que DQ le dice a SP que doce años ha que quiere a Dulcinea. La libranza de los pollinos se firma «en las entrañas de Sierra Morena, a veinte y dos de agosto deste presente año». Se va SP, pero, por temor a no saber volver a este lugar, DQ le aconseja que de trecho en trecho vaya poniendo algunas retamas hasta salir a lo raso o camino del llano, como en efecto hizo. (26) En Sierra Morena aún. DQ se sube sobre una punta de una alta peña a hacer su penitencia, entre árboles, un arroyo y el pradecillo, grabando versos por las cortezas de los árboles y ayunando hasta el extremo de que si SP en vez de tardar tres días en volver, como tardó, tarda tres semanas, habría quedado desfigurado. De hecho, SP, habiendo salido al camino real, se dirije hacia el Toboso y otro día (al día siguiente) llega a la venta… a hora… de comer. Pero como no quería entrar porque recordaba la faena del manteo, se llega sólo junto a la venta, en el preciso momento en que salen de ella el cura y el barbero de su mismo lugar, a quienes explica que su amo queda haciendo penitencia en la mitad de esta montaña y que le ha dado una carta para Dulcinea y una libranza para tres pollinos que están en casa, pero silencia lo que le había sucedido en aquella venta, y no quiere entrar en ella. (27) El cura y el barbero quieren sacar a DQ de la montaña y resuelven que SP vaya primero solo hasta donde está y pruebe si, con una supuesta respuesta de Dulcinea, logra sacarlo de aquel lugar. Y, así, otro día llegan al lugar donde SP había dejado las retamas, y éntrase este por aquellas quebradas de la sierra, dejando a los otros dos en una por donde corría un pequeño y manso arroyo… Hacía el calor propio del mes de agosto y hora de las tres de la tarde, cuando el cura y el barbero primero oyen unos lamentosos versos y después de andar un poco, al volver de una punta de una peña, vieron un hombre que resultó ser Cardenio, quien, al ver a los dos en trajes tan poco usados por aquellas soledades, se dispone a contarles por qué también él se halla en tan remotos y apartados lugares. En efecto, les cuenta su historia y cómo los vaqueros y cabreros destas montañas le prestan ayuda. (28) En la mesma Sierra todavía. Ahora los tres (cura, barbero, Cardenio) descubren, tras andar veinte pasos y detrás de un peñasco, a un mozo que se lava los pies en un arroyo. El barbero y Cardenio se esconden detrás de unos pedazos de peña, mientras el cura queda espiando al mozo, que resulta ser, en definitiva, la discreta Dorotea, la cual les cuenta su propia historia. El relato empieza con la frase En esta Andalucía hay un lugar… y enlaza con la misma relación que antes había dado Cardenio, y diciendo que se ha escondido por estas montañas hasta dar con un ganadero que la llevó en las entrañas desta sierra, del cual tuvo también que huir para «asconderse» en estas asperezas, con el fin, si no puede salirse de ellas, de morir entre estas soledades. (29) Los cuatro (cura, barbero, Cardenio y Dorotea) esperan una solución a sus problemas. Cardenio propone que los otros le acompañen a su aldea, pero en esto vuelve SP que, por no hallarlos en el lugar donde los dejó, los llama a voces y les cuenta cómo había explicado a DQ que Dulcinea le mandaba que saliese de aquel lugar y se fuese al del Toboso. Se urde la trama para devolver a DQ a su aldea, con el protagonismo que toma Dorotea, quien se hará pasar por la heredera del gran reino de Micomicón. A tres cuartos de legua encuentran a DQ, entre unas intrincadas peñas. Todos juntos, ya con DQ, salen luego al camino real y se ponen en el llano a la salida de la sierra. Se establecen turnos para montar hasta llegar a la venta, que estaría hasta dos leguas de allí. El cura justifica su presencia: dice que él y el barbero iban a Sevilla y que al pasar por estos lugares fueron asaltados. (30) En un malentendido DQ apalea a SP y este, cuando amo y criado quedan adelante para hablar de la embajada de SP a Dulcinea, dice a su amo que esos palos que le ha dado ahora «más fueron por la pendencia que entre los dos trabó el diablo la otra noche que por lo que dije contra mi señora Dulcinea»3DQ dice a SP que recuperó el librillo con la carta «a cabo de dos días de tu partida». (31) De nuevo solos DQ y SP, este cuenta a DQ que halló a Dulcinea en un corral de su casa y le explicó cómo DQ quedaba metido entre estas sierras. Dulcinea, siempre según SP, rompe la carta de DQ porque no quiere que en el lugar sepan sus secretos, y ruega a DQ, por mediación de SP, que salga de aquellos matorrales y se ponga en camino del Toboso, y a SP, antes de despedirse este, por las bardas de un corral le dio un pedazo de pan y queso. DQ se maravilla de la prisa que se ha dado SP en ir y volver, pues dice «poco más de tres días has tardado en ir y venir desde aquí al Toboso, habiendo… más de treinta leguas». Y esta misma idea la repite DQ luego, aunque sin mención del tiempo: «sólo en tan breve tiempo… deste lugar al del Toboso». Llega un momento en que, para hacer un alto en el camino, los que mandan la comitiva quieren detenerse a beber en una fuentecilla, donde, en efecto, se pararán para beber y comer. Entonces se presenta el mozo Andrés, el que los días pasados había sido liberado por DQ de los latigazos de Juan Haldudo, les cuenta el desgraciado final del episodio y dice que se va a Sevilla. (32) En la venta. Llegan todos otro día a la venta. Se prepara la lectura de El curioso impertinente, cuando a juicio de Dorotea era tiempo más para dormir que para leer. (33-35) El curioso impertinente, cuya acción pasa en Florencia, en la Toscana, Italia. (36) En la venta todavía. Entran en ella don Fernando y su séquito con Luscinda, y uno de los caballeros acompañantes dice que no ha más de dos días que van con ellos. Se repite un poco el relato anterior al ser preguntada Dorotea por qué había venido a aquel lugar tan apartado del suyo y se acaba de completar el rompecabezas con el relato de don Fernando, que había secuestrado a Luscinda en un monesterio, que estaba en el campo, buen trecho fuera del pueblo, y desde el cual se encaminaron hacia la venta. (37-38) Felices todos los improvisados huéspedes, prosiguen con la intención de llevar a DQ a su tierra que, según se dice, no está a más de dos jornadas de la venta. Es de nuevo la Micomicona quien decide llevárselo a su tierra, a lo que DQ accede. Don Fernando dispone que se pongan en camino mañana, porque hoy ya es tarde, y, así, se espera hasta el venidero día. Pero he aquí que entran en la venta el capitán cautivo, «de edad de poco más de cuarenta años» y Zoraida. Como en esto llegaba la noche y el ventero había dispuesto la cena, llegada la hora cenan todos y DQ discursea sobre las armas y las letras. Después de cenar aderezan el camaranchón de DQ para que aquella noche la pasen allí las mujeres. (39-41) En el relato del cautivo, este dice ser natural de un lugar de las montañas de León y hacer veinte y dos años que se fue de su tierra para servir al rey. Se mencionan lugares desde Flandes hasta Constantinopla y Argel. Acaba con su desembarco en Vélez Málaga. (42) En la venta todavía. El relato del cautivo ha gustado tanto, que, dice don Fernando, aunque los hallara el día de mañana, se holgaran que de nuevo empezara. Pero el cautivo no empieza de nuevo su relación, sino que se dice por segunda vez aquel día que en esto llegaba ya la noche y que el oidor y su hija arriban. Y, como ya en esto estaba aderezada la cena, todos se sentaron a la mesa, menos el cautivo y las señoras que cenaron en su aposento. En mitad de la cena el oidor y el cautivo se reconocen como hermanos. Por fin, como ya la noche iba casi en las dos partes de su jornada, se van todos a dormir, menos DQ que queda de guardia en el castillo para impedir la entrada a algún gigante codicioso de tanta hermosura como en aquel castillo se encerraba. (43) En la venta. Estando DQ velando el castillo, faltando poco por venir el alba, se oyen las serenatas de don Luis, cuya historia explica doña Clara. Dorotea confía que, en el nuevo día, el problema de doña Clara (que para el día de San Miguel que vendrá habrá de cumplir dieciocho años) quedará resuelto, y aconseja de momento descansar lo poco que… queda de la noche. Es lo que hacen todos en la venta, menos DQ que estaba fuera haciendo guardia, durante la cual la hija de la ventera y Maritornes lo atan en aquel agujero o ventana en el pajar del castillo o venta. Y allí le toma la mañana a DQ, esperando que con el día se le remediará su cuita. Pero se engaña, porque cuando comenzó a amanecer, los cuatro criados de don Luis llaman a la puerta de la venta, y DQ les conmina a que esperen que aclare el día. Fortaleza, castillo, venta o venta tan pequeña, lo cierto es que (44) prosiguen los sucesos en ella. Maritornes desata a DQ y los criados de don Luis entran y preguntan si ha llegado a aquella venta don Luis. Se presenta en la venta el barbero con el baciyelmo. (45)



Disputa por el baciyelmo. Sucede entonces el episodio de los cuadrilleros en el campo de Agramante y, más tarde, el de los cuadrilleros y DQ. El asunto de doña Clara y don Luis acaba en que se conviene que don Fernando se llevará con él a don Luis a Andalucía. (46) Por fin, paz para los amantes y valientes de la venta. Todos están resueltos a proseguir con la salvación de DQ, que es lo que de veras importa. Se llega a su fase final y, cuando «dos días eran ya pasados los que había que toda aquella ilustre compañía estaba en la venta», se organiza la partida. Para que a DQ pareciese aquella gente otra diferente de la que en aquel castillo había visto, mientras estaba durmiendo lo meten en la jaula. (47) Encantado DQ, no renuncia a considerar la venta como castillo. Salen de la venta y a paso lento caminan hasta dos leguas y llegan a un valle, pero no se detienen sino que avanzan un poco más para llegar detrás de un recuesto conocido del barbero. Son entonces alcanzados por el canónigo de Toledo que llevaba prisa porque quería sestear en una venta que «a menos de una legua se parecía». El canónigo se une a la comitiva. (48) Charla con el canónigo hasta que llegan al lugar que había escogido el barbero para descansar y comer. Se proponen comer de lo que traen, sin necesidad de que la acémila que ha ido a la venta próxima del sesteo recoja de la venta dicha más que cebada. (49) Una vez que el boyero ha desuncido los bueyes dejándolos andar a sus anchas por aquel verde y apacible sitio, DQ se aparta en remota parte para hacer sus necesidades. (50) La conversación continúa hasta que llega la acémila de la venta, y en la verde hierba del prado comen todos juntos menos SP, que se aleja a comer una empanada junto a un arroyo cercano. Aparece el cabrero Eugenio, que cuenta (51) la historia de Leandra, que ocurre a tres leguas de este valle, en una aldea… pequeña. (52) Riña con el cabrero. Por un recuesto comparecen los disciplinantes, porque aquel año no llovía y la gente de la aldea que allí junto estaba iba en rogativas hasta una devota ermita que en un recuesto de aquel valle había. Viene la última hazaña quijotesca de esta parte, en la que DQ es herido y el horquillero que lo hiere cree haberlo muerto y huye por la campaña. Pero la herida no ha sido mortal, y reconfortado DQ por SP, que lo trata de honor y gloria de toda la Mancha, se muestra conforme con volver a la aldea. Tras despedirse el canónigo, la comitiva de DQ emprende el regreso. Y a cabo de seis días llegaron a la aldea de DQa hora de la mitad del día, que acertó a ser domingo. SP explica a su mujer que es cosa linda «esperar los sucesos atravesando montes, escudriñando selvas, pisando peñas, visitando castillos, alojándose en ventas…» sin pagar un maravedí. Y acaba la historia con harto pesar del cronista, que dice no haber encontrado en las memorias de la Mancha ninguna noticia de la tercera salida de DQ, cuando dicen que fue a Zaragoza a unas justas que en aquella ciudad se hicieron: solamente en una caja de plomo hallada en los cimientos de una ermita que se reconstruía se hallaron unos versos de una academia de la Argamasilla, en cuyos títulos se repite cada vez el nombre de la patria de sus autores.

Segunda parte

(1) Casi un mes estuvieron el cura y el barbero sin ver a DQ, pero luego deciden visitarlo para hablar de las nuevas de la Corte, de la defensa de Nápoles, Sicilia, Malta y de lo ocurrido en la casa de los locos de Sevilla. (2) Se presenta Sansón Carrasco. (3) Se comenta que la historia de DQ se halla impresa en Portugal, Barcelona y Valencia, y a punto de aparecer en Amberes. (2-4) DQ decide hacer una nueva salida de allí a tres o cuatro días, para ir «al reino de Aragón y a la ciudad de Zaragoza, donde de allí a pocos días se habían de hacer unas solemnísimas justas por las fiestas de San Jorge», pero, finalmente, «quedaron… en que la partida sería de allí a ocho días». (5) SP, en una «discreta y graciosa plática» con su mujer, le recomienda que alimente bien al rucio durante estos tres días. (6) La sobrina y el ama intentan, en vano, disuadir a DQ de su tercera salida. (7) Entre DQ y SP se dispone que «de allí a tres días fuese su partida» y, en resolución, en aquellos tres días ambos preparan sus cosas. Al anochecer, y sin que nadie los viese, se ponen en camino del Toboso», acompañados de Sansón Carrasco, quien, empero, a media legua del lugar da la vuelta al lugar. DQ y SP, solos, toman la ruta de la gran ciudad del Toboso. (8) Pero la noche se les iba «entrando a más andar y con más escuridad» de la que había menester «para alcanzar a ver con el día el Toboso», y se les pasa aquella noche y también el día siguiente sin acontecerles cosa digna de contar. Pero en fin, «otro día, al anochecer» descubren la gran ciudad del Toboso, y DQ decide llegarse al Toboso «entrada la noche». Quedan entre unas encinas que cerca del Toboso estaban hasta que (9) «media noche era por filo, poco más o menos» cuando DQ y SP dejan el monte y entran en el Toboso. El pueblo está sosegado y la noche es entreclara, silenciosa. Después de haber andado como docientos pasos dan, en primer lugar, con la iglesia del pueblo. Finalmente, antes del día, un labrador que va a su labranza pasa cantando un romance sobre Roncesvalles y hace temer a DQ que no les va a suceder cosa buena esta noche. Pero ya viene el alba, ya se viene a más andar el día, y SP aconseja a DQ salirse fuera de la ciudad y emboscarse en alguna floresta, porque él luego, ya de día, recorrerá calle por calle todo este lugar. Y así, saliendo del pueblo, a dos millas hallan una floresta donde se embosca DQ en tanto que SP «se volvía a la ciudad» en busca de la casa de Dulcinea. (10) Emboscado DQ en la floresta o selva junto al gran Toboso, manda a SP que vuelva a la ciudad. Encantamiento de Dulcinea por arte de SPDQ y SP «siguieron el camino de Zaragoza» donde pensaban llegar a tiempo «en unas solemnes fiestas que en aquella insigne ciudad cada año suelen hacerse». (11) Al través del camino aparece la carreta de los de la Compañía de Angulo el malo, que vienen de un lugar que está tras de aquella loma, donde esta mañana, que es la octava de Corpus, han representado Las Cortes de la muerte. Van con prisa porque quieren volverla a representar esta (misma) tarde en aquel lugar que desde aquí se parece. Incidente con el diablo, que asusta al rucio de SPDQ persigue la carreta, que está ya bien cerca del pueblo. Acaba la fiesta sin sangre. (12) La noche que siguió al día del reencuentro con la muerte, la pasaron DQ y SP debajo de unos altos y frondosos árboles platicando gran parte de la noche, hasta que SP se acomoda al pie de un gran alcornoque y DQ al de una robusta encina. Pero poco espacio de tiempo había pasado cuando se dan cuenta de la presencia del Caballero de los Espejos y de su escudero. El lugar es calificado de bosque. (13) Diálogo entre el escudero y SP. El escudero tiene intenciones de retirarse —dice— «a mi aldea». SP dice que su hija tiene quince años, dos más a menos, y que él piensa servir a su amo hasta que lleguen a Zaragoza. (14) El Caballero del Bosque cuenta sus hazañas (los toros de Guisando, la sima de Cabra, la Giralda) y se conviene esperar el día para que, saliendo el sol, puedan entrar en batalla. Nace el día (los pájaros gorjean) y, aparte del diálogo entre Tomé Cecial y SP, los dos caballeros luchan. Vencido el de los Espejos, es mandado por DQ al Toboso a ponerse al servicio de Dulcinea. En realidad, él se va a algún lugar para que le bizmen y le entablen las costillas, mientras DQ y SP siguen su camino a Zaragoza. (15) Se explica quién es el Caballero del Bosque y cómo ha encontrado a DQ y SP en el bosque. Finalmente llegan al pueblo donde un algebrista cura a Sansón Carrasco, que queda rumiando cómo seguir, mientras que Tomé Cecial se vuelve. (16) Mientras que SP comenta que a Tomé Cecial lo ha visto a menudo en mi pueblo, por el mismo camino les alcanza don Diego de Miranda, de unos cincuenta años, a quien DQ le cuenta que salió de mi patria para socorrer a viudas, amparar a doncellas y hacer hazañas caballerescas. El del Verde Gabán dice tener un hijo de dieciocho años, estudiante de Salamanca, y que él es natural de un lugar al que irán a comer. Por el camino les sale la comitiva de los leones. (17) Aventura de los leones africanos. Don Diego recomienda prisa, pues se hace tarde y quiere «llegar a mi aldea» para descansar. «Serían como las dos de la tarde cuando llegaron a la aldea» y a la casa de don Diego. (18) En el castillo o casa de don Diego. Cuatro días estuvo DQ, quien decide irse y entretener el tiempo «hasta que llegase el día de las justas de Zaragoza, que era el de su derecha derrota, y que primero había de entrar en la cueva de Montesinos». Llega el día y se va con la buena licencia de la señora del castillo. (19) A poco trecho DQ se encuentra con dos estudiantes y dos labradores que vienen de alguna villa grande. Comienza la historia de las bodas de Camacho, cuyas fiestas han de celebrarse en un prado que está junto al pueblo de la novia. Era anochecido cuando les parece que están delante del pueblo, y DQ decide esperar al día siguiente para entrar. (20) Empieza un nuevo día. DQ y SP entran en el recinto de la boda donde las fiestas han de celebrarse en el frescor de la mañana. (21) Siguen los festejos. DQ y SP se van a la aldea de Basilio mientras las fiestas de los novios duran hasta la noche. (22) DQ se refocila a costa de los novios tres días, al cabo de los cuales pide permiso para irse a la cueva de Montesinos con un primo que le pondrá en la misma boca de la cueva y le enseñará las lagunas de Ruidera, famosas en la Mancha y en España. Toman la derrota de la famosa cueva y, hablando, se les pasa aquel día. A la noche se albergan en una pequeña aldea desde donde la cueva de Montesinos no está a más de dos leguas. Otro día a las dos de la tarde llegan a ella, en donde entra DQ. Cuando sale, bendice el haber conocido al lloroso Guadiana y a las sin dicha hijas de Ruidera, lo cual, empero, no impide a los tres personajes merendar y cenar, todo junto. (23) A las cuatro de la tarde se dispone a contar lo que ha visto. (24)



El propio Cide Hamete duda de la veracidad de la bajada de DQ a la cueva de Montesinos. Siguen hablando DQ y el primo sobre la misma cueva y otros lugares (Guadiana, Ruidera, Francia, España), hasta que resuelven recogerse aquella noche «no lejos de aquí… en una ermita». Por el camino conocen un hombre a pie que guiaba un macho cargado de lanzas y alabardas, que les explica que se han de usar mañana y que las lleva a una venta que está más arriba de la ermita y donde piensa alojarse aquella noche. DQ, lleno de curiosidad, dice que han de irse «a pasar la noche en la venta sin tocar en la ermita», y, así, «siguieron los tres el derecho camino de la venta, a la cual llegaron un poco antes del anochecer». Pero parece que, no obstante, llegan a la ermita (a ella, dice el texto original) a beber un trago, pues a la ermita va SP y le siguen DQ y el primo. En la ermita no hallan lo que querían, con gran sentimiento de SP, y dejan la ermita y pican hacia la venta. Alcanzan al soldadito que va al embarcadero de Cartagena a seguir a la Corte. El paje no acepta subir a las ancas del caballo, pero sí la invitación de cenar en la venta. Gran asombro de SP por la elocuencia de DQ y su simplicidad en creer lo de la cueva de Montesinos. Y llegan a la venta a tiempo que anochecía. (25) El alabardero cuenta a DQ y a los suyos la historia de los rebuznos, ocurrida en un lugar … a cuatro leguas y media de esta venta, y que mantiene rivalidad con otro lugar que está a dos leguas del nuestro. Entran por la puerta de la venta maese Pedro y su mono, dispuesto a sacar el dinero a la gente que esta noche hay en la venta. Mientras sale un momento de ella, se explica que ha muchos días que anda por esta Mancha de Aragón. Al final, se presta a actuar con su mono, se nombra la cueva de Montesinos por tres veces y acaba con las preguntas porque hasta el viernes venidero la mona no está para adivinanzas. (26) Maese Pedro monta y representa su retablo, cuya acción pasa por España, Sansueña, Zaragoza, París y Francia. Al final, esta noche cenan y el alabardero se va antes que amaneciese. Maese Pedro madruga antes que el sol, y al día siguiente DQ y SPa las ocho del día, dejan la venta. (27) Se dice primero que Maese Pedro, después de haber sido liberado por DQ en Sierra Morena, se había pasado al Reino de Aragón y comprado un mono a unos moros de Berbería, con lo cual, al llegar a un lugar y previa información de sus moradores, los engañaba fingiendo adivinarles lo que ya todos sabían. Continúa con que DQ, después de haber salido de la venta, quiso ver el río Ebro antes de entrar en la ciudad de Zaragoza, «pues le daba tiempo para todo el mucho que faltaba desde allí a las justas». Con esta intención, anduvo dos días, hasta que el tercero llegan al lugar de la batalla del rebuzno, con gente de un pueblo y otro pueblo, dispuesta a la pelea. (28) DQ y SP embocan en una alameda que hasta un cuarto de legua de allí se parecía, y dialogan sobre el salario de SPDQ dice que veinte y cinco días ha que salimos de nuestro pueblo, pero SP dice que ha de haber más de veinte años, tres días más a menos, lo cual asombra a DQ porque en Sierra Morena no anduvo sino dos meses apenas. «¿Y dices, Sancho, que ha veinte años te prometí la ínsula?». Se meten en la alameda, donde pasan la noche, y al salir del alba siguen el camino buscando las riberas del famoso Ebro. (29) Por sus pasos contados y por contar, dos días después que salieron de la alameda llegan al río Ebro. El barco encantado. Las aceñas. (30) De mal talante se apartaron del río y sucedió que, otro día, al ponerse el sol, a la salida de una selva, se encuentran con los duques que van de cacería. Estos les invitan a pasar unos días en su casa de placer, que dice la duquesa, o castillo, que dice el duque. Se van al castillo para ser bien recibidos en él. (31) Llegan al castillo. Se suceden distintos episodios, entre ellos que, a pesar de haber llegado al ponerse el sol, los llevan a comer. (32) El duque concede a SP el gobierno de una ínsula. «La comida se acabó», pero no los episodios. DQ cuenta que encontró a Dulcinea encantada cuando días pasados iba a besarle las manos, y cuenta lo del Toboso ocurrido otro día. Mientras DQ se fue a reposar la siesta, la duquesa dialoga con SP, el cual, aunque tenía costumbre dormir cuatro o cinco horas las siestas del verano, para contentar a la duquesa aquel día no duerme ninguna. (33) Contando cosas a la duquesa nombra la Sierra Morena y lo ocurrido con el encanto de Dulcinea hará seis u ocho días. (34) De allí a seis días los llevan a caza de montería y, llegado el esperado día, llegan a un bosque donde cazan y comen. Se les pasa la noche «no tan clara ni sesga como el tiempo pedía, que era en la mitad del verano» y así como comenzó a anochecer se inicia el montaje para el desencanto de Dulcinea, hasta que se cerró más la noche. (35) Merlín suelta sus versos. Ya en esto se venía a más andar el alba alegre y risueña, con señales de que «el día que al aurora venía pisando las faldas había de ser sereno y claro», y todos «se volvieron a su castillo». (36) Otro día SP le dice a la duquesa que anoche ya se ha dado cinco azotes y también le enseña la carta que ha escrito a su mujer, que va fechada «deste castillo a veinte de julio de 1614». Comen en el jardín e irrumpe la condesa Trifaldina con todo su historial de barbas y la venida de Clavileño (que comparece cuando ya «en esto llegó la noche»), de todo lo cual se da cuenta en los capítulos 37-41. (42) «Otro día que fue el que sucedió al vuelo de Clavileño», el duque dijo a SP que «se adeliñase» para ir a ser gobernador. DQ a SP: «Advertid que mañana en ese mesmo día habéis de ir al gobierno de la ínsula y esta tarde os acomodarán el traje» (43) Más consejos de DQ a SP, durante los cuales SP recuerda «que fui prioste en mi lugar». Al acabar se van a comer. (44) Aquella tarde DQ da los consejos por escrito a SP y aquella tarde misma los duques envían a SP a su gobierno. [DQAquella noche se ha quedado solo; dialoga con la duquesa, llega la hora de cenar, cena, se acuesta y empieza la aventura con Altisidora. (45) [SP] En la ínsula, un lugar de hasta mil vecinos, llamado la ínsula Barataria. Un letrero dice: «Hoy, día a tantos de tal mes, y de tal año, tomó la posesión de esta ínsula el señor don Sancho Panza». (46) [DQ] Llega la mañana. Hablando DQ con Altisidora, le dice que procure que esta noche haya un laúd en su aposento. Espera la noche, mientras, por su parte, la duquesa despacha aquel mismo día a un paje con carta para Teresa Panza. DQ encuentra, llegadas las once de la noche, una vihuela (no un laúd) en su aposento. Da contestación a Altisidora y sufre el ataque gatuno «que le costó cinco días de encerramiento». (47) [SP] El doctor Pedro Recio de Agüero, de Tirteafuera, entre Caracuel y Almodóvar del Campo, doctor por la Universidad de Osuna, no le deja comer. Llega la carta del duque fechada de este lugar, a 16 de agosto, a las 4 de la mañana. El labrador negociante. SP está sin comer aún, pero el maestresala le promete que esta noche a la cena quedará satisfecho. El labrador resulta ser natural de Miguel Turra, un lugar que está a dos leguas de Ciudad Real. [DQ] Se dice de él que tardó ocho días en sanar de las heridas gatunas, en vez de los cinco que anteriormente se había dicho, o, como se dice a continuación (48), [DQSeis días estuvo sin salir al público, en una noche de los cuales, en su aposento y a media noche, recibe la visita de la dueña doña Rodríguez, que le cuenta que, aunque están a la mitad del Reino de Aragón, ella es de las Asturias de Oviedo. Explica lo sucedido a su marido, en la calle Santiago de Madrid, que alborotó a toda la puerta de Guadalajara. (49) [SP] Por fin el doctor de Tirteafuera deja que a la noche SP cene. SP hace la ronda cuando llega la noche y aparece la casa de juegos de este pueblo. De allí a dos días se acaba el gobierno. (50) La duquesa manda al paje con la carta para Teresa Panza al lugar de Sancho. El paje encuentra a la hija de SP, de edad de catorce años, llega al pueblo de la muchacha, comunica a Teresa que su marido es gobernador de la ínsula Barataria y lo repite y entrega la carta de la duquesa, firmada deste lugar. Se habla deste pueblo, de la Mancha, de una ínsula, del Mar Mediterráneo, de la ínsula como lugar de más de mil vecinos, y de las señoras de Aragón. (51) [SPAmaneció el día que siguió a la noche después de la ronda de SP y después de desayunarse aquel día se pone a juzgar y, habiendo comido, llega carta de DQ a SP, gobernador de la ínsula Barataria. SP le contesta y le dice que el otro día recibió carta del duque; menciona al doctor Recio de Tirteafuera y dice también que anoche conoció a los hijos de Diego de la Llana y que ayer multó a una tendera. Aquella misma tarde se la pasa dictando sus ordenanzas. (52) [DQ] «Estando DQ ya sano de sus aruños», determina acabar con aquella vida holgazana y pide permiso a los duques para ir a Zaragoza, cuyas fiestas llegaban cerca, y donde pensaba ganar «el arnés que en tales fiestas se conquista». Estando un día comiendo con los duques les pide la licencia, cuando comparece doña Rodríguez con su demanda. El duque señala de plazo seis días para el desafío con el olvidadizo labrador. [SP] En esto llegan las cartas de Teresa para la duquesa y su marido. En la de la duquesa se menciona este lugar, este pueblo, la corte, la ínsula Barataria y se dice que «este año no se han cogido bellotas en este pueblo», y en la de SP se nombra la corte, esta ínsula, este pueblo, se dice que «hogaño no hay aceitunas» y se acaba con el queso de Tronchón. (53) [SP] «Estando la séptima noche de los días de su gobierno en la cama», SP es despertado y se produce el simulado alzamiento por los simulados enemigos de la ínsula. Y ya amanecía cuando se levanta y decide dejar el gobierno, rendido como está por culpa de los enemigos que esta noche lo han pisoteado. Pero se le exige que rinda cuentas por «los diez días que ha que tiene el gobierno». (54) [DQDe allí a dos días, el duque dijo a DQ que desde allí a cuatro días vendrá su contrario, y DQ espera ansioso estos cuatro días. [SPSP, «habiéndose alongado mucho de la ínsula de su gobierno» se encuentra con Ricote, tendero de su lugar, que, expulsado por morisco, vuelve a España. Le cuenta la historia de su familia, que pasa por España, Berbería, África, Francia, Italia, Alemania, Augusta, los Santuarios españoles, Valencia y de rebote Argel. SP le dice que esta mañana ha dejado de ser gobernador de una ínsula, llamada Barataria: «esta mañana me partí de ella y ayer estuve en ella gobernando». Sale de nuevo nuestro lugar, el pueblo y otra vez nuestro lugar. SP tiene prisa porque esta noche quiere llegar a donde está su señor. (55) [SP] Pero no tuvo tiempo de llegar al castillo aquella noche misma, sino solo a media legua de él, donde le cogió la noche, oscura y cerrada pero, como era verano, no le dio mucha pesadumbre. Y cayó en una honda y oscurísima sima de poco más de tres estados de fondo. Se lamenta de no poder morir, él y el rucio, en nuestra patria. Y así pasó toda aquella noche, hasta que llegó el día, y escarbando piensa salir a un florido prado. Camina por dentro de la sima poco más de media legua y le pareció ya ser de día. DQ y SP, juntos de nuevo. Por su parte, DQ, esperando el plazo de la batalla, una mañana «sale a imponerse y ensayarse» para el trance en que otro día piensa verse. Llega hasta la sima donde anoche había caído SP. Lo reconoce y corre al castillo… que está aquí cerca a buscar ayuda. Sacan a SP de la sima, y a un murmurador que le critica le dice que ocho días o diez ha que entró a gobernar. Llega al castillo y a los duques les dice que fue a gobernar «vuestra ínsula Barataria» desnudo y que desnudo regresa, habiendo sufrido al doctor de Tirteafuera y a los enemigos de la noche, entre otros. Ayer de mañana dejó la ínsula, cayó en la sima y esta mañana con la luz del sol ha visto la salida, y lo que ha granjeado en diez días que ha sido gobernador es que no sirve para ello. (56)



Se llegó el día de la batalla aplazada. Llegado el temeroso día, en la plaza del castillo se prepara el terreno. Y aparece Tosilos, que DQ cree encantado como lo había sido el bachiller de nuestro pueblo. (57) Un día DQ pide licencia a los duques para irse. El día de la partida, habiéndose despedido la noche antes de los duques, estando ya en la plaza del castillo son acusados por Altisidora de haber robado las ligas y tres tocadores, pero se resuelve el asunto amistosamente y DQ sale del castillo, enderezando su camino a Zaragoza. (58) Ya en campaña rasa. Habiendo andado poco más de una legua vieron en un pradillo verde a los que transportaban unas imágenes de santos. Se entran en una selva con la imitación de la pastoril Arcadia montada por los bucólicos moradores de una aldea que está a dos leguas de aquí. Hay tiendas de campaña junto a un arroyo. DQ se compromete a sustentar durante dos días naturales, en medio del camino real que va a Zaragoza, la verdad de la nueva Arcadia. Pone su lanza en mitad del dicho camino real, no lejos del verde prado y, ya en mitad del camino, lanza el reto «a los que pasáis o habéis de pasar por este camino», y resultan ser los primeros que vienen por el mismo unos ganaderos con sus toros. Al verlos, todos se apartan lejos del camino porque parecían más fieros que los que cría el Jarama. Todos, excepto DQ, que finalmente es atropellado y, molido, se sienta en el camino mismo… y, sin despedirse de la feliz Arcadia, él y SP deciden marcharse. (59) DQ se alivia en una fuente clara y limpia. Cenan los dos, continúan, siguen cenando, duermen en un prado y al día siguiente se despiertan algo tarde y se dan prisa para llegar a una venta que al parecer está a una legua de allí. Llegan y se preparan para cenar de todo lo que no hay en ella, y mientras cenan aparecen en escena don Juan y don Jerónimo y se tiene noticia del Quijote apócrifo, que les ocupa gran parte de la noche. Entonces, al decir DQ que piensa ir a Zaragoza, a hallarse en las justas del arnés, que en aquella ciudad suelen hacerse todos los años, y al decirle don Juan que el falso DQ había estado allí, el verdadero dice que, entonces, no pondrá los pies en Zaragoza. A instancias de don Jerónimo decide irse a otras justas que hay en Barcelona. Tras esto, vanse a dormir y al día siguiente DQ madruga, se despide de todos y aconseja al ventero que no alabe tanto su venta. (60) Era fresca la mañana y daba muestras de serlo también el día en que DQ salió de la venta, camino derecho hacia Barcelona, sin tocar Zaragoza. Y en más de seis días no les sucede nada digno de ser contado. Fuera de camino les toma la noche entre unas espesas encinas o alcornoques y DQ pretende hacer cumplir la penitencia a SP para el desencanto de Dulcinea. SP, para evitar una nueva situación embarazosa con su amo, se desvía de aquel lugar un buen espacio cuando topa con los pies de los ahorcados. Ello le hace suponer a DQ que se hallan cerca de Barcelona. En efecto, ya en esto amanecía y se le confirman las sospechas. Comparece Roque Guinart, que muestra ser de edad de hasta treinta y cuatro años. Episodio de Claudia Jerónima, que era de un lugar seguramente no muy distante, porque a don Vicente ella lo hiere a una legua de aquí, y porque además ella tiene parientes en Francia. Episodio del tropel de gente que se acerca por el camino que va a Barcelona, con doña Guiomar y los capitanes que van a Nápoles o a Roma. Finalmente, Roque escribe una carta para un su amigo de Barcelona avisándole de la próxima llegada de DQ de allí a cuatro días, que era el de San Juan Bautista. Un emisario se encarga de llevar la carta a la ciudad. (61) Tres días y tres noches estuvo DQ con Roque Guinart, admirando todo cuanto con él se relacionaba. Al fin, por caminos desusados, atajos y sendas, Roque, DQ y SP, con otros seis escuderos, llegan a Barcelona, a su playa, la víspera de San Juan en la noche. Se vuelve Roque y se queda DQ esperando el día, que no tardó mucho. DQ y SP ven por primera vez el mar. Vienen caballeros de la ciudad, dan a DQ la bienvenida, y llegan todos a casa de su guía, que resulta llamarse (62) don Antonio Moreno. Comen y SP menciona la ínsula Barataria que ha gobernado durante diez días. En la sobremesa, don Antonio enseña a DQ la cabeza encantada, que aquel día no puede hablar, porque justamente los viernes está muda y hoy… lo es. Veremos mañana. Aquella tarde se pasean por la ciudad y por la noche vuelven a casa, donde casi a las diez da comienzo el sarao que tan rendido deja a DQOtro día don Antonio prueba la cabeza encantada. Para agasajar a DQ, los caballeros ordenan correr una sortija de allí a seis días, pero ya no habrá tiempo de llevarla a efecto. Luego, DQ recorre a pie la ciudad; entra en una imprenta y ve, entre otras obras, que están corrigiendo un libro que resulta ser la historia del falso DQ, compuesta por un vecino de Tordesillas. Aquel mismo día, aquella tarde van a ver las galeras. (63) Visita de las galeras. Se entretienen hasta que hacen señal desde Monjuí: corsarios de Argel, galeras a la mar y regreso con una presa que resulta ser Ana Félix, hija del morisco Ricote. Ella, como complemento de la historia iniciada por su padre, añade desdichas ocurridas por la Berbería, con asiento en Argel, cuyo rey se prendó del mozo don Gregorio. (64) Planes para rescatar a don Gregorio por medio de un renegado, que sale de allí a dos días hacia la Berbería. De allí a otros dos se van las galeras. Una mañana, saliendo DQ a pasear por la playa, es desafiado por el de la Blanca Luna, con pacto de que si es vencido —le dice este—«te retires a tu lugar por tiempo de un año». El pacto es aceptado por DQ y, para que no se les pase el día, luchan allí mismo, con la derrota final de DQ(65) Siguen al de la Blanca Luna hasta un mesón de la ciudad. Él les dice que es Sansón Carrasco, del mesmo lugar que DQ y que, para hacer que volviera a su casa, hará tres meses que salió al camino como Caballero de los Espejos, para que, ganándole, no saliese de su lugar… en todo un año. Explicado todo, aquel mismo día Sansón Carrasco volvió a su patria. Seis días estuvo DQ en el lecho, triste pero pensando que su retirada no ha de pasar de un año. Le dicen que don Gregorio ya está en la playa, venido de Argel. Tenía unos diez y ocho años. De allí a dos días don Antonio y el visorrey acaban de arreglar el caso de Ana Félix para que quede en España. Vuelve a referirse a la expulsión de los moriscos del país y a la ejecución de su expulsión por parte de don Bernardino de Velasco. Se elige el día de partida de don Antonio y de DQ y SP, que fue de allí a otros dos, pues la caída «no le concedió que más presto se pusiese en camino». (66) Sale DQ de Barcelona dispuesto a observar el año de noviciado. Hablando con SP se le pasa todo el día y aún otros cuatro, sin sucederles cosa que estorbase su camino. Al quinto día, a la entrada de un lugar, DQ y SP intervienen como jueces en el pleito de las arrobas. Pasan aquella noche… en mitad del campo a cielo raso, y luego topan con Tosilos, que se alegra de que DQ vuelva a su castillo. Les dice que la Rodríguez se ha vuelto a Castilla y que él se va a Barcelona, e invita a SP a un trago, a despecho de los encantadores de las Indias, lo cual se hace sentados ambos sobre la verde hierba. (67) Siguen DQ y SP. Llegan al mismo sitio y lugar donde fueron atropellados por los toros. Ello anima a DQ a pensar en la vida pastoral que se propone hacer, hasta que viene la noche, se retiran del camino real y cenan, y así pasan la noche, SP durmiendo y su amo velando. (68) Pero no duermen toda la noche, que es algo oscura, sino que DQ despierta a SP y le sugiere pasar el resto de la noche azotándose para desencantar a Dulcinea. Es entonces cuando son atropellados por una piara de cerdos. Después duermen lo que queda de la noche, hasta que es de día. Así lo hará SP, pero no DQ, que se la pasa haciendo versos. Llegóse en esto el día, siguen su camino y al declinar la tarde son raptados por los hombres del duque. Cuando cerró la noche, apresuran el paso y llegan cuando era una hora casi de la noche a un castillo, el de los duques, y entran en su patio principal. (69) Sigue Altisidora. (70) Aquella noche SP duerme en el mismo aposento que DQ. Todavía Altisidora. Se explica cómo Sansón Carrasco había llegado al castillo del duque cuando iba en busca de DQ. El duque tomó la decisión de burlarse otra vez de DQ haciéndole volver al castillo. Durmió SP, se desveló DQ. Y así les tomó el día. De nuevo Altisidora dice que dos días ha estado como muerta porque DQ la ha tratado con rigor; se habla también del autor del falso DQ. Interviene el rapsoda de la noche anterior y acaba con la licencia para DQ de partirse aquella tarde. (71) Camino a su aldea, SP propone pasar esta noche a cielo descubierto y se abrirá las carnes. Llega la noche, entran entre unos amenos árboles y SP se retira unos veinte pasos para cumplir su penitencia. Los despierta el sol, siguen su camino y, en un lugar que tres leguas de allí estaba, se apean en un mesón. (72) Antes de llegar a la aldea, todo el día deciden pasarlo en el mesón, DQ para esperar que luego en campaña rasa SP acabe con su disciplina y SP para darle fin. Llega al mesón don Álvaro Tarfe y en el portal le dice a DQ que se encamina a una aldea de allí cerca, que es su patria. Le cuenta que sacó a DQ (el de Avellaneda) de Zaragoza, cuando el auténtico nunca llegó a pisarla. Llega la hora de comer y se firma la declaración sobre la verdadera identidad de DQA la tarde DQ y SP se van de aquel lugar con don Álvaro, y a media legua se despiden de él. Pasan aquella noche entre unos árboles y SP sigue con sus azotes. Habiendo madrugado el sol, prosiguen el camino. Aquel día y aquella noche no les sucede nada de importancia. Suben a una cuesta arriba, desde la cual descubren la aldea, nuestro lugar, y bajan dispuestos a entrar en su pueblo. (73) A la entrada del mismo, DQ es víctima de los presagios por culpa del juego de dos chiquillos. SP le insta a entrar, y en la entrada del pueblo hallan al cura rezando en un pradecillo. DQ le explica que no puede salir de su aldea en un año. Proyectos pastoriles. El ama manifiesta tener sobre cincuenta años… de edad. (74) DQ cae enfermo y está seis días en la cama. Duerme seis horas, se despierta con el juicio sano, testa, vive tres días más y el último fallece.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Los posibles itinerarios de las tres salidas de DQ y las fechas que pudieran corresponderles han venido estudiándose desde que en 1780 don Vicente de los Ríos incluyó en el prólogo a la edición de la novela publicada por la Real Academia Española un «Plan cronológico del Q.», que se acompañaba de un mapa delineado por el geógrafo Tomás López. Los debates suscitados por la propuesta de Vicente de los Ríos y las consideraciones e hipótesis añadidas por otros estudiosos y aficionados nutren uno de los capítulos más pintorescos y en general menos afortunados de la bibliografía cervantina. Citaremos, entre muchos, y con diversos grados de acierto, a Pellicer [1797], Hartzenbusch [1863], J.B. Sánchez Pérez [1941], Peralta y Maroto [1944], Castro Silva [1956], Agostini Banus [1958], Ruiz de Vargas [1983], Perona Villarreal [1988], Ligero Móstoles [1991-1994]. Particularmente recomendables son Terrero [1952; 1959-1960], Murillo [1975] y A. Sánchez [1979].