La Presente Edición. Lecturas del Quijote

La Presente Edición. Lecturas del Quijote

La raíz de las Lecturas del «Quijote» está en el decidido propósito que desde el principio tuvo el Instituto Cervantes de incorporar a la edición que promovía una destacada representación de lo mejor del cervantismo internacional, así como en el deseo de los responsables del texto y las notas de contar con colaboradores de reconocida autoridad que revisaran su trabajo y lo dilataran con perspectivas superiores a la esencialmente literal que a ellos les incumbía.

Con ese designio, y con el docto y concienzudo asesoramiento de Edward C. Riley, se procedió a dividir la novela en secciones y series de capítulos (normalmente, pero no por fuerza, contiguos), cada una de las cuales se confió a un distinguido hispanista, para que revisara las notas preparadas por la redacción y dedicara al texto cervantino correspondiente un breve comentario crítico. Hay que decir que este se pensó primero como nota preliminar al segmento de la obra así deslindado en cada caso, de acuerdo con el modelo de las excelentes introducciones que ilustran tantos capítulos en la edición de Martín de Riquer. Pronto, no obstante, caímos en la cuenta de que las aportaciones que nos iban llegando merecían otro destino que publicarse a pie de página, al comienzo del fragmento de la novela sobre el que discurrían, según habíamos previsto, y de que era preferible agruparlas todas en un apartado independiente, abriendo el volumen complementario.

La razón ha sido doble. Por un lado, aunque los más de nuestros colaboradores no han rebasado exageradamente la extensión máxima que les señalamos como viable (con exigencia que supieron entender, disculpar y, sobre todo, hacer virtud), en general los comentarios resultan materialmente demasiado largos para imprimirlos y pretender que se usen como notas introductorias, si no es a costa de interrumpir en exceso la lectura del texto. Por otra parte, el mismo enfoque que nosotros habíamos pedido obligaba muchas veces a desbordar la frontera un tanto arbitraria de las secciones establecidas y a contemplar el conjunto del Quijote con una mirada más anchurosa: más reveladora sin duda, pero puesta sobre un horizonte con frecuencia harto mayor del que el lector primerizo ha alcanzado a una determinada altura de la obra.

Nosotros, en efecto, habíamos invitado a los colaboradores a conciliar en su comentario los planteamientos históricos y el análisis literario y a marcar el acento en los factores nuevos que el segmento asignado introducía en relación con los anteriores, trazando, por ejemplo, las coordenadas de los motivos que determinan la trama y de los asuntos que debaten los personajes, identificando las circunstancias y costumbres aludidas en la acción, las tradiciones y géneros recreados, etc.etc. Pero también los animábamos a mostrar cómo esos factores nuevos se enlazan con las grandes líneas del Quijote, y a llamar la atención sobre sus temas fundamentales, sobre las etapas en la evolución de los protagonistas, las convergencias y divergencias entre unos episodios y otros, los componentes estructurales y los cambios de rumbo del relato… Vale decir: nosotros mismos los exhortábamos a ir más allá de la mera nota introductoria a una porción del Quijote mejor o peor pero siempre artificiosamente delimitada.

En todo caso, tal y como al cabo aparecen, perfeccionando el plan primitivo, las Lecturas de nuestros colaboradores ofrecen un inmenso caudal de noticias, ideas y sugerencias preciosas, y, unidas a las contribuciones de carácter básicamente informativo que configuran el prólogo y al hermoso ensayo proemial de Fernando Lázaro Carreter, constituyen un testimonio no fácilmente igualable de la vigencia del Quijote y el vigor del cervantismo contemporáneo. Lo uno va con lo otro, desde luego, y no creemos necesario insistir en que pocos libros tolerarían un despiece y un asedio parejos: las Lecturas con cuya presencia se honra ahora la edición del Instituto Cervantes (y cuya renovación y acrecentamiento favorecerán tanto el Instituto como el Centro para la Edición de los Clásicos Españoles y Editorial Crítica, con la creación de un programa de conferencias anuales con el mismo rótulo) no podían perseguir la unidad y la coherencia que distinguen a otras selladas por una poderosa impronta individual, pero la pluralidad de puntos de vista, métodos e interpretaciones que han logrado congregar es en sí misma una manera de hacer justicia a la grandeza del Quijote.

Nos queda por advertir que, buscando siempre en primer término allanar el camino al no especialista, a nuestros colaboradores se les rogó que evitaran dar a las Lecturas la apariencia de un ‘estado de la cuestión’, prescindieran por completo de indicaciones bibliográficas detalladas e incluso redujeran al mínimo las menciones de otros estudiosos, reservando todo ello para una nota aneja. En tal nota han aducido, pues, y a menudo con valoraciones, la bibliografía que juzgaban de más relevancia para ahondar en los aspectos abordados en su comentario. A ese primer bloque bibliográfico, la redacción le ha añadido un segundo, por lo común más breve, donde tras el epígrafe Otras referencias se enumera un cierto número de estudios que nos han parecido dignos de tomarse en cuenta, sin que tuviéramos siempre ocasión de citarlos en nuestras notas complementarias. El segundo bloque se abre sistemáticamente remitiendo, con la sigla BQ, a la monumental Bibliografía del «Quijote» por unidades narrativas y materiales de la novela (Centro de Estudios Cervantinos, Alcalá de Henares, 1995), del Padre Jaime Fernández, S. J., distribuida demasiado tarde para que los restantes colaboradores pudieran manejarla, y cuya organización en «unidades» coincide en gran parte con la adoptada en nuestras Lecturas.

F. R.