Aparato Crítico. Ediciones Básicas

Aparato Crítico. Ediciones Básicas

Para la constitución del texto y el establecimiento del aparato crítico de la Primera parte, las ediciones básicas, además, naturalmente, de la princeps (A), han sido B, C, BR, SB y FL. La segura intervención de Cervantes en B, sean cuales fueren los límites que se le asignen, y la eventualidad de que C también acoja tal o cual retoque del autor hacen ineludible, como mínimo, registrar las variantes de ambas ediciones: ninguna edición del Quijote puede considerarse crítica si no permite identificar los estadios redaccionales, mayores o menores, que suponen B con certeza y C con alguna probabilidad.

Entre las ediciones primitivas, BR, escrupulosa revisión de B por parte de un corrector excepcionalmente atento y sagaz, nos proporciona el más valioso testimonio de las deficiencias que un lector coetáneo (como a su modo el de BR’) no vacilaba en reconocer en la segunda impresión de Cuesta, ayudándonos a sanar no pocas erratas que en otro caso podrían hoy pasarnos inadvertidas. BR está lejos de ser el Evangelio, y hay que andarse con ojo cuando cae en las trampas de la lectio facilior; pero, aun así, es incomparablemente preferible a las otras ediciones tempranas (LI1, LI2, VA) como elemento de control de las tres madrileñas.

Entre las ediciones modernas, y asimismo como elemento de control, pero ahora de nuestro propio trabajo, hemos usado sistemáticamente SB y FL. La primera, sin duda meticulosa y animada por un infrecuente buen sentido, aunque no tan fiable como a veces se piensa, se ha vuelto ya clásica y ha proporcionado el texto seguido de hecho, declaradamente o no, por varios prestigiosos editores de los últimos años. La segunda, por su carácter semipaleográfico, muestra particular cuidado en señalar las erratas y anomalías de A mediante el recurso a tres ejemplares, colación que la dota de un alto valor, al margen de sus obvias deficiencias en otros terrenos ecdóticos.

Para la Segunda parte, las ediciones básicas han sido A, V, MA, SB y FL. Con no tener V especial autoridad en ningún sentido, es a todas luces la más atendible entre las impresiones anteriores a MA para el propósito de comprobar las lecturas de A que resultaban claramente inadmisibles en una fecha cercanísima a la princeps. A su vez, MA, todavía bastante próxima a 1615, no solo fue objeto de una revisión insólitamente cuidadosa en la España del Seiscientos, sino que ocupa una posición de grandísimo relieve en la transmisión textual del Quijote.

En el aparato crítico, la abreviatura edd. designa todas las ediciones básicas no citadas expresamente en la misma entrada. Al dar las variantes de la Primera parte, usamos A+ para englobar a A, SB y FL, y B+, para B, C y BR.

En el cuerpo de la presente edición, un punto (•) en el margen exterior de la página señala la línea de nuestro texto en que empieza una nueva plana o, en su caso, la primera palabra completa de una nueva plana de la princeps. El número en cuerpo menor inserto en el titulillo de esa página corresponde, salvadas las erratas del original, al folio cuyo principio se marca con dicho punto.

Aunque impresa de forma que fuera apenas perceptible salvo para el estudioso que la buscara ex profeso —sin incomodar, pues, al lector ajeno a preocupaciones eruditas—, la indicación que supone ese punto nos ha parecido conveniente por dos razones. En primer lugar, para facilitar al filólogo y al cervantista la consulta directa de A, de modo que nuestro trabajo pudiera controlarse más cómodamente. Por otra parte, porque con frecuencia se ha lamentado la falta de un sistema de referencia uniforme y universal para las citas del Quijote, y ninguno nos parece más hacedero que remitirlas siempre a las páginas de la princeps (con independencia de que se consignen además cualesquiera otras que sean del caso), como para Platón y Aristóteles se hace con las ediciones de Estienne y Bekker.